Cumplimos una semana del Desafío de los 30
Días. Poco a poco se va notando que el ritmo impuesto es complicado de seguir:
afortunadamente, los temas a tratar son bastante amenos y asequibles para el
lector. Nada de cosas sesudas. Una de las cosas que más me atrajo de esta
propuesta fue, precisamente, el hecho de que las preguntas girasen en torno a
temas sobre los que cualquiera podría escribir y dar su propia versión, así
como lo entretenido que resulta de leer para otros.
Ayer mencionaba el crítico más impresionante
que recuerdo. Hoy hablaré de pifias. Como ya comenté, la pifia también se puede
antojar legendaria, pero queda más recluida al rincón de la anécdota graciosa
por norma general. En mis partidas algunas pifias han matado personajes. Y un
personaje muerto nunca es sinónimo de risas en nuestras campañas, que nos
tomamos con la responsabilidad y seriedad suficiente como para conseguir,
además de pasar un buen rato, hacer algo importante con las mismas. Por todo
ello, para mí la pifia es sinónimo de algo malo, que en determinados contextos
como el que voy a contar pueden llevar a situaciones bastante chungas pero
interesantes. Una vez más, lo haré desde mi perspectiva como jugador. Para
ello, invocaré de nuevo a Dungeons and
Dragons, mi juego por antonomasia, en el que se aglutinan las grandes
anécdotas, tanto para lo bueno como para lo malo.
Una fruta tal que así
El momento de mi mayor pifia lo tuve con uno
de mis personajes más queridos. Darry era un mediano conjurador. Los conjuradores
no existen como tales en D&D: son una clase básica que tiene un poco de
poder arcano (magia) y, además, son capaces de convocar y atar criaturas de
otros planos para que le ayuden. Si alguien ha jugado a Ánima, lo pillará a la
perfección, porque están sacados íntegramente de ahí. Dicho esto, nos
encontrábamos todos los jugadores en una situación complicada ante unas
circunstancias que exigían que nos hiciésemos más poderosos para formar parte
de las pocas opciones que quedaban de conseguir una mínima victoria. Estábamos
con uno de los reyes más importantes del plano,
y este nos ofreció la posibilidad de tomar unos alimentos llamados Frutas de las Amazonas. Estos solo eran
ingeridos por una tribu de mujeres con dicho nombre. Cuando la ingerías, al ser
venenosa, debías estar muy preparado para aguantar el mismo y no sucumbir. Si
conseguías soportarlo, tendrías acceso al poder que quisieras, con un grado de
potencia similar a la facilidad con la que habías superado su veneno.
Mi mediano, por pura interpretación, encontró
en esa fuente una forma de acceder a un gran poder y fue el primero (y, a
posteriori, último, en tomarla). Para sacarla adelante era necesaria una nueva
puntuación en una tirada de Fortaleza. Darry tenía una puntuación bastante
buena en la misma, pero no fue suficiente. Mi tirada fue un 2. En ese momento,
recurrí al poder que el dios de la suerte, Olidammara, a través de uno de sus
elegidos, nos había dado: repetir una tirada. Ya os podéis imaginar el
resultado. Saqué un 1 en el dado, lo cual era igual a una pifia. Mi personaje
no solo no logró superar el veneno, sino que este la arrebató todo el poder,
deshaciendo la capacidad para conjurar que tenía. La fruta se había cobrado
aquello que yo más anhelaba. Naturalmente, para mí como jugador fue una
auténtica putada que asumí como pude: cagándome en silencio en los dados, todos
ellos.
Sin embargo, esta ausencia de mi poder dio
pie a una nueva trama muy interesante, y generó grandes dosis de
entretenimiento en sesiones posteriores. De hecho, todo eso hizo más
interesante lo que sucedió a continuación, y a mí me ofreció vislumbrar una
nueva forma de interpretar y trabajar en el pobre Darry. Por ello, recordad:
una pifia puede llevaros a la muerte, y eso implica el final del camino. Pero
jugamos a rol, y la suerte forma tanto parte de ello como la vida misma. Si no
es así, siempre podéis aprender de ello y daros una nueva oportunidad para
descubrir otras formas de interpretar y adentrarse en el personaje, y para el
Máster, nuevos caminos que recorrer.
Eso está bien. Lo de que una pifia pueda suponer una putada sin llegar a la muerte. Y te da juego para aventuras y tal. Yo lo suelo aplicar xD MI peor pifia fue en una partida de Cian. En un combate tuve que hacer 17 tiradas (las conté antes de morir). Muy bien. 14 de ellas fueron pifias (1), otras dos de ellas fueron (2) y la otra un (8)... Muy triste la verdad
ResponderEliminar