miércoles, 27 de noviembre de 2013

Día 27: Defínete como jugador de rol

Estamos ya en los últimos coletazos del Desafío de los 30 Días. Hoy vamos a responder a una pregunta muy interesante, pero no exenta de problemas: definirse a uno mismo me parece siempre muy complicado. En cualquier ámbito de tu vida, si dices lo que piensas, nunca quedas ecuánime: o demasiado presuntuoso o excesivamente honesto. Yo voy a dar mi definición de mí mismo como considere, no sé cómo sonará. Lo que está claro es que tengo cosas buenas y cosas malas, como tiene que ser.

Podría definirme como un jugador comprometido con la partida, dentro y fuera. Fuera porque intento asistir a todas las sesiones y, salvo causa mayor o decisión consultada, no me ausento. Lo que nunca hago es dejar una partida a medias. Cuando te apuntas tienes el compromiso de seguir salvo una cuestión mayor que te lo haga imposible. ¿Qué no te gusta la partida? Hay formas de solucionar eso sin coger y marcharte a la primera de cambio. Dentro de la partida soy comprometido en tanto en cuanto me gusta atender y dejar que el Máster lleve la batuta. No me gusta discutir reglas y prefiero consultar a desafiar o llorar.

Soy bastante quisquilloso y exigente con mi interpretación. Pregunto mucho al Director de Juego si lo estoy haciendo bien, qué piensa de esto y aquello. Creo que me esfuerzo por interpretar y nunca hago metarrol; también sacrifico el interés mío como jugador en aras de mi personaje, y no me importa que salga perjudicado. No soy nada competitivo, no concibo ser más o menos fuerte como algo que me divierta. No hago trampas y, en general, sé respetar y fomentar la interactuación con todos los jugadores.


Cara de concentrado en el ala izquierda

Por otro lado, soy demasiado preguntón en las partidas, llegando incluso a molestar. Me interesa saber todo sobre el escenario donde se desarrolla, y a veces no pregunto fuera sino dentro de la misma. A su vez, cuando estamos discutiendo fuerte se me va a veces la línea entre una cosa y otra, no tanto dentro de la partida como las consecuencias posteriores. Además, pienso tanto en el personaje que muchas veces es más un error que algo positivo, por cuanto tengo que estar pendiente de demasiadas cosas y pierdo el sentido del juego. Vamos, que me lo tomo demasiado en serio.

Los Directores de Juego y compañeros me conocerán mejor que yo en este campo. A mí me da que he acertado con lo dicho, pero bueno, es complicado con estas cosas siempre sacar lo mejor y lo peor de uno. Y sí: pienso que soy de esos jugadores que a un Máster le gustaría tener en su mesa. Es lo que hay.


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