Una nueva entrada para un jueves más en este
año. En mi caso, al leer el tema sobre el que giraba el artículo de hoy, no
pude más que recordar el del día anterior. Os recomiendo su lectura para pillar
este.
Había hablado de un personaje tipo Raistlin…
¿qué me hace falta? Un guerrero tipo Caramon. Para los no versados en el mundo
de la Dragonlance, podría definirse como el hermano de este, un personaje que
daría la vida por el mío. Alguien que antepone mi vida a la suya, una persona
henchida de un corazón muy grande, capaz de soportar todas las vejaciones que
la frustración de mi PJ vierte en el suyo. Orgulloso con los demás, no con él.
Fiero con los demás, no con él. Incapaz de discutirle nada, porque él ha sido
bendecido con una salud de hierro, una fuerza o destreza sobrehumanas, mientras
que yo soy débil, incapaz de hacer mucho
por mí mismo. Es, simplemente, un personaje que debería soportar una vida de carga,
de desatino e increpaciones, contra las que nada podría decir.
Creo que la idea de dos personajes así para
una partida larga puede dar muchísimo juego. Sujetos a los cambios del mundo y
la propia historia, a la evolución de los contextos en los que pasen las
aventuras. Son dos formas de concebir una unión muy diferente, a los que unen
sentimientos contradictorios, todo envuelto en una atmósfera difícil, en la que
dos jugadores deben dejar a un lado su orgullo y demás para convertirse
realmente en los personajes. Pinta muy desafiante, al menos para mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario