Cerca de finalizar con el Desafío de los 30 Días, vamos a
contestar a la otra cara de lo comentado el día anterior. Definirse a sí mismo
como Máster me parece mucho más complejo que hacerlo como jugador. Cada
Director de Juego impone un estilo, unas circunstancias….no existen formas
exactas del buen Narrador; existen buenos y malos, y lo son en virtud de lo que
busque el propio jugador. Como se ve, bastante complejo. Voy a intentar
enumerar mis principales características.
Doy suprema importancia a la interpretación.
Ese es el eje sobre el que gira mi forma de dirigir. Las reglas me la traen muy
floja: de hecho, las he modificado muchísimo. El problema ha sido tener una
mesa y un juego como D&D, que me ha hecho recular mucho y, poco a poco, ir
acercándome más al sistema natural del mismo para el contento de todos. Odio
discutir por reglas, no me gusta que me paren una partida para comentar reglas,
no me gusta que la gente se queje por las reglas. Sin embargo, soy una persona
que escucha y facilita en la mayoría de las ocasiones. No soy nada
intransigente con las reglas salvo en ocasiones muy determinadas. También doy
mucha libertad y confianza a mis jugadores para que ellos se preparen los
personajes, les documento todo lo que necesitan y pregunto cada cierto tiempo
como van encontrándose consigo mismos.
Soy muy autocrítico. Me exijo mucho a mí
mismo como Narrador; intento preguntar qué mejorar y qué no. Normalmente no
encuentro respuestas claras de cosas a mejorar, por lo que me las invento yo
mismo y estoy continuamente cambiando algunos detalles. Soy un Máster dinámico;
en algunas partidas uso más música, en otras siempre pongo imágenes, en otras
hago resúmenes de cada sesión…intento cambiar siempre algunos detalles para que
no me encasillen demasiado. Esto, no obstante, se puede tomar como algo malo:
no soy mucho de usar componentes que favorezcan la inmersión (música ambiente y
otras cosas parejas).
También me considero alguien polivalente.
Narro en todo tipo de ambientaciones, en todo tipo de circunstancias, no tengo
problemas con escenas concretas. Todo se me da medianamente bien, y creo que es
la base de que mis partidas gusten tanto. No destaco muchísimo en nada pero
mantengo unos buenos niveles en todo. No me importa que mis malos fallen, no me
importa cometer errores y que los jugadores, más listos, se salgan con la suya.
Al contrario de cómo ve mucha gente esto del rol, no lo concibo como una
competición. Yo también formo parte del equipo cooperativo que montamos la
historia. Si los jugadores me ven como su enemigo, mal voy. Me alegro con ellos
cuando juego con sus aliados, me enfado con ellos cuando frustran mis planes.
Pero no hay más que el personaje de cada circunstancia. Nada de venganzas, ni
de puteos para otras ocasiones.
Narrando El Anillo Único. En jornadas especialmente, disfruto más dirigiendo de pie.
Creo que mi mayor atribución como Máster, o
por lo que más se me recuerda, es por dos cosas: tener buena capacidad de
improvisación y buena interpretación de PNJs. No tengo un personaje concreto o
tipo de personaje que se me dé especialmente bien, pero creo que todos cumplen.
Mis historias están llenas de personas débiles, graciosas, malvadas, poderosas,
irascibles, sabias…y todos son interpretados con el mismo grado de esfuerzo.
Respecto a la improvisación, se me da bien pensar cosas sobre la marcha. Creo
que eso es un refuerzo positivo para mis jugadores, que se aventuran a buscar
más cosas.
Respecto a mi peor atribución, creo que es la
descripción. No termino de encontrar el punto necesario para cada situación. A
veces describo de menos, a veces de más. A veces los jugadores me preguntan
cosas que no han quedado claras, y otras están ya cansados de escucharme.
También soy, a veces, demasiado permisivo y bonachón. Me cuesta acabar con la
vida de un personaje muchísimo, y lo
vivo casi igual de mal que el propio jugador. El problema es que en esas situaciones pienso
que si lo hago tendré bronca y enfado después, y paso de encararme a una cosa
así. No siempre ha sucedido, y es algo que intento subsanar. Antes en mis
partidas se olía la muerte en cada esquina; ahora los jugadores van mucho más
confiados y envalentonados. Y lo entiendo. Es fallo mío. Respecto a esto, suelo
ser muy crítico conmigo mismo y cargarme responsabilidades que, en realidad, no
tengo. Vamos, echarme las culpas por cosas que no debería por qué tenerlas. Temo demasiado una una crítica fuera de tono y, sobre todo, que los jugadores no disfruten de la partida. El problema es que a
veces no tengo nada que ver en ello, aunque me intente convencer a mí mismo de
que sí.
En definitiva, para mi estilo de juego, me
defino como alguien que merece la pena que te dirija una partida. Al menos para
probar mí forma de jugar a rol.
Curioso. Yo también fallo en las descripciones y me cuesta matar con los PJs así porque sí. Además tengo una buena capacidad de improvisación. Pero más que interpretar bien algún PNJ creo que destaco más por las personalidades que les doy. Se podría decir que se me da bien conseguir lo que quiero con ellos xD
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