Duodécima entrada relativa al Desafío de los
30 Días. Hoy toca otro tema peliagudo para los que hemos sido poco tiempo
jugadores. Hablar de mi enemigo favorito me ha requerido enganchar todas mis neuronas
a una y recordar las partidas, pocas, que he protagonizado como jugador. El
hecho de que no me venga uno a la primera ya es síntoma de no tener un nombre
favorito, alguien que recuerdas a las primeras de cambio cuando estás pensando
en esto.
Para mí, el enemigo favorito de todos los
tiempos de un jugador debe reunir: dificultad, carisma, poder, y aprensión. Si
tú personaje no le odió, no le temió, si tú mismo no te pusiste nervioso por
algunas de sus acciones…pues entonces no has vivido una de las experiencias más
intensas que te pueden aportar los juegos de rol. Las mejores partidas que he
vivido como jugador han sido de D&D
y La Llamada de Cthulhu. Del primero
recuerdo con gusto los hetals, una
raza que fue abocada al destierro durante miles de años junto a su dios, y que
en las partidas que jugamos volvieron al mundo de nuestros personajes para
hacerse con él, inflados de odio. Tenían un sentido de la familia que
trascendía sus propios sentimientos, algo que siempre me encantó. Todavía me
falta por ver que alguno de ellos dude de su propio destino, que intente
comprender, aun con milenios de encierro, que no todos los mortales fueron
culpables de ello. Creo que si hubiese encontrado y experimentado un
intercambio interpretativo con esta raza creada por el gran Jose, se habrían
convertido en uno de los mejores enemigos que he tenido. En cuanto a La Llamada de Cthulhu, recuerdo con
especial reverencia Corbitt. Sí, el tipo de la partida introductoria por
excelencia a los mitos. Jugamos un compañero y yo como un profesor de
universidad y su estimado alumno. El momento en que entramos en la casa y nos
enfrentamos (huímos) de él fue antológico. Quedó tan patente lo miserable que
eres en este juego, nos acojonó tanto a los dos la atmósfera, la música, la voz
del tío este vuelto de los muertos…Cojonudamente bueno.
El pobre Corbitt
Sin embargo, voy a retrotraerme de nuevo a mi
pasado más arcaico. Los que hayan leído la entrada anterior sabrán quién es
Datt, y su historia con Yonin. Pues si tuviese que elegir a mi villano favorito,
le escogería a él. La batalla final, los dos con tela de poder, estuvo súper
igualada. Nos llevamos bastante tiempo usando conjuros, habilidades, poderes de
objetos mágicos…el Máster interpretó que el elfo, tras la muerte de su esposa,
su sacrificio, había perdido la cabeza. Yo disfruté muchísimo ese combate desde
la interpretación: fue un sufrimiento tener un combate así con un PNJ que te
había acompañado toda la partida, saltos temporales inclusive. Que había
aprendido tanto de ti y tú de él. Sonaba muy serie anime, pero finalmente fue
vencido y mi personaje le desterró para que no volviese, a sabiendas de que
alguien henchido de tanta venganza y rencor, con tanto poder, solo haría daño a
su mundo. En ese momento, él mismo tomó la responsabilidad de cargar con ello.
Fue un final muy digno para una partida. No fue la victoria de los buenos; fue
una auténtica derrota para el personaje, con un villano que nunca lo fue, pero
que, por gajes del destino, se encontró engañado por su mejor amigo, vilipendiado
por este y, en última instancia, derrotado y desterrado.
Que recuerdos más maravillosos. Ojalá
encontrase otra partida en la que desarrollar esos sentimientos con un
personaje.
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