Siempre hay una primera vez para todo. En el
caso que nos ocupa, se trataba de mi primera visita a las Ludo Ergo Sum (LES),
jornadas roleras y de juegos de mesa organizadas en Madrid y con cierto
renombre, además de un objetivo solidario. ¿Qué más se podía pedir? Una semana
ha pasado desde su celebración, y a estas horas hace siete días, ya estábamos
dando vueltas por Alcorcón.
Nuestra expedición de nombre Tierras de
Fantasía la conformaban cuatro individuos: Jose, Carlos, Juanma y yo. Los otros
tres son roleros de pro, aunque no tienen una presencia virtual en la
rolesfera, pero escucharon sabiamente mis consejos sobre qué juegos podían ir disfrutando
durante el transcurso de las jornadas, y es que al final nos separamos para
jugar diferentes partidas y concluimos en la misma el domingo por la mañana,
justo antes de irnos.
El viaje comenzó como todo buen viaje sin GPS
y marchando a Madrid: nos perdimos en su entrada y estuvimos una hora dando
vueltas por M-30, M-40, A-X donde X es cualquier número del 1 al 5 hasta que
una buena tirada de Percepción por mi parte nos condujo a cierta gasolinera
donde nos alumbraron el camino. Dispuestos con todo, llegamos a Alcorcón y
comenzamos la ronda de preguntas para llegar a un lugar cuyo nombre concreto
desconocíamos: LES no tenía ningún significado para nadie, inclusive taxistas,
y no vimos ningún cartel del evento por las calles a recorrer. Finalmente, optamos
por usar el comodín de la llamada y ya enfilamos al Pabellón M-4 o como quiera
que se llame, en la calle Robles. Aparcamos y nos dispusimos a entrar. Habían
sido 7 horas de viaje y nosotros teníamos hambre de rol. Antes de ello habíamos
dejado a nuestro compañero Juanma en un lugar perdido de Alcorcón para que se
buscase la vida para llegar a la estación, pues tenía que ir a Madrid.
Aquí los héroes llegando
El viernes por la tarde el día estuvo
tranquilo. Nos sorprendió mucho el pabellón de las
jornadas, pero más aún su disposición: entrada con registro de asistentes y
venta de bebidas, seguido del mercadillo y ludoteca. Todo lo relacionado con la
organización lo primero, como debe ser. A continuación en un solo lado se colocaron
las tiendas, todas ellas de enorme variedad de productos que vaciaron mis
bolsillos. Estos dos espacios rodeaban el recinto en sí, que tenía un enorme
abanico de mesa para juegos de tablero, wargames
y, al final, las mesas de rol. Un acierto de la organización fue asignarnos un
número para no ir diciendo nombres todo el rato, y otro acierto fue numerar las
mesas, facilitando a todos la localización de las partidas. Porque sí, el
primer día no serían muchos, pero el sábado fue increíble. Además, las editoriales
Holocubierta y Sombra tenían sus stands más cerca, algo coherente y bien pensado.
Esta primera tarde iba con idea de La
Puerta de Ishtar, pero ni viernes, ni sábado, ni domingo. Lo de Rodrigo, su
autor, es impresionante: ha generado un enorme hype bien argüido a su juego (una vez medio leído la versión final,
no es para menos) y este se vio compensado en la enorme cola que había para
jugar sus partidas. Espero que aquellos que no fuesen mecenas sí se vieran
atraídos por la adquisición del mismo. Frustrado mi objetivo, me dirigí a Revólveres y Ocultistas pensando que
sería su autor quien narraría, pero finalmente no pudo asistir y sería un
amable organizador quién nos montó la partida a tres jugadores. Mis dos
compañeros eran roleros de jornadas, aprovechando estas para jugar todo lo posible. La verdad es que la partida
no invitó mucho a la interpretación y sí a probar el sistema, y camaleónico que
es uno, se dedicó a ello mismo mientras jugábamos una de las aventuras
publicadas para el mismo. El sistema convence aunque su punto fuerte es la
ambientación, sin lugar a dudas. Finalmente, contento con el resultado y con el
manual que me llevé gracias a la organización (y a mis compañeros, que tuvieron
a bien de cedérmelo y no echarlo a suertes) fui hasta donde se encontraban Jose
y Carlos jugando a El Anillo Único,
que les convenció en cuanto a sus sistema y que trajo multitud de anécdotas
graciosas.

Foto del pabellón
En ese momento, buscamos a Jacobo, quién
venía de trabajar en Mijas (acudo a todos los poderes omnipresentes para que
doten a este ser del poder Polilocalización o, en su defecto, Teleportación), y
nos condujo ya en carretera a ese pequeño pueblecito de nombre El Espinar, donde surgieron las entrañas
de Carne y con el que pudimos
deleitarnos de muchas conversaciones durante todo el fin de semana de índole
rolera y no, que tanto me han gustado y más aún echo de menos. Él y Sonia nos
acogieron como hijos (qué bien podrían pasar alguno como eso mismo) y fueron lo
más importante del fin de semana: sin ellos, muchos de los mejores recuerdos,
simplemente, no habrían tenido lugar. Me siento profundamente agradecido por el
esfuerzo que han hecho y por toda la atención que nos han dado. Me reiteraré en
mis gracias una y otra vez.
Volviendo a dónde estábamos, andamos un
rato parlando y luego nos fuimos a dormir, cansados. El sábado fue un día súper
movido: nos acercamos a las LES y comenzamos a adentrarnos en las partidas a
escoger: yo opté por Z-Corps mientras Jose jugaba Aventuras en la Marca del Este y Carlos El Reino de la Sombra. Todos ellos grandes juegos, sin duda alguna.
Mis dos compañeros salieron muy contentos de su partida, especialmente Jose,
que manejaba un clérigo si mal no recuerdo y que no había jugado nunca una
fantasía medieval al estilo old-school, quedando gratamente sorprendido por las
virtuosas descripciones de Pedro Steinkel,
como literalmente me transmitió. Personalmente, disfruté de una mesa con
grandes jugadores en las que pasamos un rato muy bueno en cierta universidad de
Vermont en la que durante una conferencia se lía parda vía infectados. JMPR
(usaré las singladuras blogueras para conocidos) nos permitió hacernos las
fichas (se hacen en un momento) y todos escogimos ser pintorescos estudiantes de
diferentes especialidades, en mi caso una mole de 130 kg y 180 cm de peso,
perteneciente a organizaciones filonazis y ultrapatrióticas. Finalmente,
ninguno acabamos mordidos o muertos, pero es cierto que tuvimos una suerte
apabullante. Para el recuerdo muchas anécdotas desternillantes y un sistema que
funciona perfectamente y casa aún más con la propia ambientación.
Instantánea de Z-Corps
Después de esto comimos y nos dedicamos a
pasar un rato con unos amigos onubenses que vinieron a saludarnos y que
estudiaban en Madrid. Aprovechamos algunos para hacer compras y luego, una vez
comenzaron las partidas, nos fuimos a cada una de nuestras mesas. Juanma y yo
marchamos a Ufos&Uzis mientras
Jose y Carlos jugaban al lado a Pentagon.
El insigne Terrax dirigió la partida de su criatura, todavía en una fase
preliminar y de testeo. Nuestro objetivo como miembros de la Agencia era
infiltrarnos en un laboratorio y
descubrir a la vida extraterrestre, capturarla y erradicarla. A ello nos
dedicamos mientras yo me quedaba asombrado con el sistema y las magníficas
ilustraciones que el Máster nos enseñó. El arte interior promete bastante para
este juego. Como iba diciendo, me encantó el sistema de tiradas. Soy un
enamorado del d20 y la enorme aleatoriedad que da a sus juegos, pero Terrax ha
conseguido anular gran parte de esta para disponer un juego en el que las
batallas son más estratégicas de lo normal y permite una mayor versatilidad
ante el método pego-fallo-pego-doy. Me convenció bastante el trabajo y seré,
sin duda, fiel seguidor de sus avances. Y es que una ambientación tan personal
no puede dejarse escapar a la ligera.
Tras ello, nos volvimos a casa de Jacobo,
donde cenamos unas pizzas jodidamente ricas y jugamos un rato a Chill, haciendo este de Máster y
adaptando una aventura publicada en Fanzine
rolero. Lamentablemente no pudimos acabarla, pero estoy seguro que más
tarde o temprano la continuaremos, sin duda alguna.
El domingo por la mañana nos levantamos y
salimos de tierras segovianas rumbo a las LES. Esta mañana habíamos pactado los
tres jugar una partida juntos, y dio la casualidad de haber dos plazas libres
en Omertá. Hablamos con el Máster y, sin problema alguno, pudimos jugar los
tres la que para mí fue una partida inolvidable. Tengo que destacar la
estupenda labor narrativa de Juan Emilio (espero no equivocarme con el nombre),
que nos sumergió sin apenas dificultades en la ambientación, con
interpretaciones dignas de recordarse. En este sentido, nuestra misión
consistía, como banda al servicio de un capo, de rescatar al hijo de este, en
manos irlandesas y, de paso, llevarnos todo el dinero del garito que habían
montado. En mi caso me quedé con Jeff “El Negro”, líder de la misma que hubo de
claudicar con todo tipo de personajes a mi alrededor que conformaban un grupo
cuanto menos curioso. Hubo disparos, pifias, risas y todo lo necesario para que
una partida de jornadas fuese perfecta. Del bienhallado BRP mejor no hablo;
baste decir que me compré el manual sobre la marcha una vez acabada la partida.

Omertá. Jose y Carlos frente al Máster. Yo exactamente a la derecha de este.
Una vez acabada, y sin pararnos a comer
siquiera, nos despedimos con nostalgia del evento y fuimos a darle un último y
muy emotivo hasta otra a nuestra familia de acogida. La verdad es que a más de
uno se nos atragantaron las palabras. Recogimos al cuarto compañero, Juanma,
quién se había hecho con un Haunted House
con la intención de ser su primer juego a narrar, y nos alejamos de Madrid por
un camino equivocado que nos llevó a Toledo, donde disfrutamos de un paseo por
sus medievales calles, y luego poco antes de llegar a la frontera con Ávila,
donde rectificamos y pusimos camino a Huelva.
Pose épica toledana
Las jornadas gozaron de una afluencia de
pública apabullante (mil y pico personas, si mal no recuerdo). Contando con que cada una de
estas pudo ir más de un día, no es necesario hacer muchas cuentas para doblar
este número en asistentes totales. El sábado fue brutal: multitud de personas
copando mesas de rol, de juegos de mesa, sin sillas, la gente fuera disfrutando
de partidas improvisadas…y lo mejor de todo, llevado a cabo con una parsimonia
y elegancia que en ningún momento se notó como algo improvisado o que
obstruyese a los asistentes. El esfuerzo coordinativo entre los propios
organizadores es dignísimo de mención, y no me queda más que aplaudirles por
tal hazaña. Hubo una enorme oferta de partidas de rol diferentes, muchos
autores presentando sus propios juegos, un ambiente familiar y una disposición
por parte de todo el mundo que me chocó positivamente. Anoté muchas cosillas a
tener en cuenta cara a organización de jornadas, y aprendí tanto en mi perfil
rolero como presidencial. Los camisetas naranjas iban a buscarte para ver si
necesitabas refrescos o comida, y ello facilitaba mucho el disfrute de los
jugadores sin necesidad de andar de un lado para otro. Las actividades se dieron
en los horarios previstos y se permitió a los organizadores externos un elevado
grado de independencia, lo cual es siempre algo a aplaudir.
Como nota a hacer algo diferente, quizá vi
pocos torneos de juegos de mesa programados para la cantidad de gente que hubo.
No creo que hubiese supuesto un hándicap aumentar el número de estos y permitir
una mayor afluencia de competidores cara a disponer de más ingresos, es decir:
a sabiendas de que son unas jornadas solidarias ¿y sí se cobrase por los torneos
1 euro? No lo veo algo negativo y sí a tener en cuenta para los organizadores
(al menos lo expuse por allí). A su vez, realizar algún ReV en el parque
aledaño o las pistas de fuera también supondrían un mayor abanico de actividades,
aunque no depende exclusivamente de la organización. En definitiva, ampliar el
repertorio de la oferta suele incidir en un mayor dinamismo para los
visitantes, pero insisto en que nada faltó o fue carente en un evento para mí
de sobresaliente, aun contando con una falta de mayor ventilación que se hizo
patente en mayor medida el sábado tarde. Pequeñas tonterías de alguien que
quiere dar alguna crítica constructiva, pero que no suponen un problema porque
el año que viene, de darse la posibilidad, repetiré de nuevo con más ganas
incluso.
Una última foto con nuestro principal "benefactor"
Por último, pude hacerme con un par de
suplementos saldados de D&D, dos aventuras de Sword&Sorcery que no
estaban en mi colección, un ejemplar de Cristales de Bohemia, el Omertá, una
fantástica camiseta y varios dados que adjuntan mi colección. Unas compras que
son secundadas por un ambiente tan magnífico, por la posibilidad de conocer de
cerca a personajes de la rolesfera, por las partidas de tanta calidad y por
darme la opción de pasar un fin de semana cojonudamente bueno. He dicho.